El hotel Isla Azul, emplazado entre las calles Singladura y Pàdua,
a 30 metros de la iglesia de Can Pastilla, sin duda conoció tiempos
mejores. Hace algunos años cerró sus puertas y fue adquirido por el
Ajuntament, pero en la actualidad sigue abandonado y convertido en
un foco de marginalidad, donde se reúnen indigentes y pandillas
juveniles. Para los vecinos, la situación es insostenible, ya que
cada vez se degrada más, y han denunciado que la inseguridad
aumenta al tiempo que el Isla Azul languidece.
«Desde Cort nos prometieron que harían un centro para la tercera
edad y oficinas municipales, pero el hotel sigue abandonado y cada
día duermen allí decenas de indigentes, que orinan y defecan en
aquellas instalaciones. Cuando pasamos por la acera tenemos que
taparnos la nariz a causa del hedor», explicó un vecino que
prefirió mantenerse en el anonimato por temor a reprealias.
Otro residente, que opinó que la situación nunca había sido tan
preocupante, recordó que hace pocos días intentaron robar 12.000
euros que una empleada de un supermercado iba a ingresar en el
banco y añadió que «para nuestros hijos y para la imagen turística
no es bueno que alguien que pasea por Can Pastilla vea a marginados
y delincuentes durmiendo a las puertas del hotel, entre
excrementos, o grupos de 'porretas' fumando hachís a todas
horas».
De noche, la degradación se traduce en inseguridad y, a veces,
miedo: «Cuando no es el ruido que provocan estas pandillas a altas
horas de la madrugada son gente borracha o drogada que deambula por
las calles como 'zombies' y la verdad es que es un espectáculo muy
desagradable». Lo más llamativo es que la iglesia y la oficina de
Correos se encuentran a escasos 30 metros, y pese a todo los
servicios de limpieza "según los afectados" no retiran las
defecaciones del exterior ni del interior del Isla Azul.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.