Ayer comenzó ante el jurado popular el juicio contra los tres
acusados del crimen del empresario Pedro Estarellas, que murió el
19 de octubre del año 2000 tras ser agredido en su domicilio de la
calle Ruiz de Alda. Los tres acusados son José María Cervelló (el
único que reconoce los hechos), Sebastián Bibiloni y Juan Pedro
Pérez. El fiscal jefe Bartomeu Barceló solicita 23 años de cárcel
para el primero por robo y asesinato; cinco para el segundo por
robo y once para el tercero por robo y encubrimiento. Estos tres
acusados están defendidos por los abogados Eduardo Valdivia, Luis
Moreno y Bartomeu Oliver. La familia de la víctima, a través del
letrado Pablo Molín, pide 25 años de prisión para cada
imputado.
Cervelló implicó a los otros dos acusados en los hechos. A
preguntas del fiscal, el acusado explicó que en la fecha de los
hechos se encontraba en una situación económica «desesperada». Por
eso, citó en su casa a Sebastián a Pedro y, según él, el primero le
habló de un empresario, que solía guardar mucho dinero en casa, que
era de avanzada edad y que vivía solo. Se trataba de Pedro
Estarellas. Según el acusado, Sebastián le propuso entrar en casa
del empresario y robar y me «dijo que la caja fuerte estaba junto a
la entrada».
Cervelló explicó que un día antes de los hechos vigiló la
empresa de Estarellas y se dio cuenta que era él por la descripción
que le habían facilitado. Afirma que el día 19 por la tarde Pedro
Pérez le llevó en su coche hasta la calle Ruiz de Alda. Le tenía
que esperar a que saliera. «Yo me quedé escondido en el cuarto de
contadores a que viniera el empresario». Sobre las siete llegó la
víctima. «Con la mano izquierda impedí que cerrara la puerta y con
la otra le di un golpe. Le dije que no gritara, que me dijera donde
estaba la caja fuerte y que me iría».
Reconoció que le golpeó con la culata de una pistola. La víctima
cayó al suelo y murió al romperse las cervicales. «Estaba gritando,
por lo que le arrastré hasta el comedor, le até y le amordacé». El
acusado tardó más de una hora en encontrar la caja fuerte. La metió
en una maleta y cuando bajó a la calle Pedro ya se había marchado.
«Yo nunca quise matar al empresario, sólo quería robarle la caja
fuerte. Cuando me enteré de que se había muerto quise entregarme,
pero no me dejaron». Cervelló, que cayó en muchas contradicciones,
afirmó que por la noche llamó a Pedro y entre los dos, y en su
propia casa, abrieron la caja fuerte, que contenía cuatro millones
y medio, entre pesetas y divisas.
Afirma que le propuso repartirse el dinero con Sebastián, pero
que «Pedro no quiso». Sebastián Bibiloni, que fue el acusado que se
mostró más seguro en sus respuestas, mantuvo que él no participó en
la planificación ni del robo ni del crimen. Explicó que en una
conversación, que calificó de «vanal» en un bar, habló con unos
amigos, entre los que estaba Cervelló, de «las personas que tenían
dinero y salió el nombre de Estarellas». Días antes de los hechos,
según él, Cervelló fue a buscarle a su casa y le llevó a la
suya.
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