TW
0

El fiscal jefe de Balears, Bartomeu Barceló, retiró ayer tarde los cargos contra la pareja acusada de encubrir el asesinato de Son Banya, defendida por los abogados Juan Carlos Peiró y Carlos Portalo, que dieron cobijo a cuatro de las personas que supuestamente participaron en la muerte de los dos chinos, aunque desconocían los hechos. Por otra parte, en la mañana de ayer el ex jefe de Homicidios de la Policía de Palma explicó que Francisco M.F, alias «Pancho», el presunto autor material del doble asesinato de Son Banya, dejó un documento con su nombre en el lugar donde murieron los dos chinos. En el escenario del crimen se encontró un certificado de atención en un centro médico a su nombre, además de una cartilla de ahorros de su compañera sentimental.

Sin embargo, para resolver el caso, según la policía, ésta no fue la pista principal que se siguió. Los agentes averiguaron que en la casa contigua donde aparecieron calcinados los dos asiáticos había vivido un joven, Juan José D.S., que el martes contó toda la trama, y que había huido con sus vecinos, que eran «Pancho», su hermano (que no ha sido encontrado) y sus respectivas parejas. La policía «pinchó» el teléfono de su madre. El joven se puso en contacto con ella y se averiguó que Juan José estaba escondido en el pueblo de Algete, en Madrid. La policía localizó a este joven y le detuvo. En su declaración implicó al resto de detenidos. El ex jefe de Homicidios confirmó que el joven, que es drogadicto, declaró con «fluidez» y que dio toda clase de detalles de lo ocurrido.

Se refirió a que «Pancho» le ofreció 1.800 euros si le ayudaba a robar la droga a los dos chinos y que fue él quien disparó a las dos víctimas. También explicó que fue la mujer del supuesto asesino la que se llevó los tres kilos de cocaína que habían traído los chinos. El inspector afirmó que el toxicómano dijo que Jerónimo P.M. estaba presente en el momento que se cometía el crimen, a pesar de que el martes le exculpó en su declaración.

Otro de los inspectores explicó que se averiguó que uno de los chinos llevaba semanas hablando por teléfono con «Pancho», según se confirmó después a través de la información telefónica. Afirmó, por tanto, que la presencia de los dos asiáticos en la tarde del día 6 de enero de 2001 en el poblado no fue casual, sino que habían acordado con los acusados la venta de la droga.