Esteva G., el presunto homicida de Sant Llorenç, regresó ayer a los
terrenos donde apareció muerto su vecino en julio del año pasado
acompañado por una comisión judicial y la Guardia Civil, que
efectuaron una reconstrucción del crimen in situ. A las 11.15
horas, aproximadamente, un furgón benemérito, un coche patrulla y
dos vehículos del juzgado llegaron a la finca de es Rabellà, en las
afueras de Sant Llorenç. Se trataba de la jueza Mónica de la Serna,
la forense Emilia Salas, dos abogados, ayudantes judiciales,
Policía Judicial y dos agentes que custodiaban de cerca a Esteva,
que lleva casi cuatro meses en prisión.
El hombre, que regresaba por primera vez a su casa tras el
homicidio, se mostró relajado y pudo explicar con detalle su
versión de los hechos. Uno de los funcionarios, mientras tanto,
grababa todas sus manifestaciones con una cámara de vídeo y otra
ayudante judicial tomaba notas de sus comentarios. El vecino de
Sant Llorenç, de unos 50 años, pudo desenvolverse sin grilletes,
aunque no se podía alejar más de dos metros sin que alguno de los
integrantes de la comisión estuviera cerca de él.
Su finca colinda con la de Andrés Pascual, que cuando murió
tenía 69 años, y la reconstrucción del crimen se llevó a cabo entre
las dos propiedades, pero con especial hincapié en los terrenos del
asesinado, ya que fue allí donde supuestamente Esteva le asestó el
golpe mortal. Hasta las 12.30 horas se prolongó la explicación del
único acusado, y luego fue devuelto al furgón que estaba aparcado
en el camino de la finca para que no estuviera presente cuando los
dos testigos ofrecieran su versión. Joan, un vecino que fue el
primero en socorrer a la víctima, y Antoni, el hijo de Andrés
Pascual, llegaron poco después a es Rabellà, y realizaron el mismo
recorrido.
Según parece, los dos varones recelaron casi desde el principio
de la supuesta mu erte accidental del payés de Sant Llorenç, aunque
la sorpresa inicial y el temor a Esteva, cuyo carácter agresivo era
temido por muchos, les hizo reaccionar tarde. Ese fatídico 21 de
julio, a las nueve de la mañana, los gritos del acusado alertaron a
Joan. Cuando el vecino se acercó para aclarar qué pasaba Esteva le
espetó: «Andreu està mort!», aclarando que su tractor le había
pasado por encima. El payés se acercó hasta el campo donde yacía el
cadáver y se lo encontró boca abajo, lejos del vehículo agrícola.
Los investigadores sostienen que fue asesinado; Esteva en cambio lo
niega.
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