Isabel Oliver y Julio Lago, ayer en su domicilio de Palma, tras el rescate. Foto: SEBASTIÀ AMENGUAL

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Lo que en un principio debía ser una excursión idílica se convirtió, el sábado por la tarde, en una pesadilla para un matrimonio palmesano que pasó toda la noche a la interperie en el Torrent de Mortix, en Escorca, sin comida ni agua, con las ropas mojadas y ateridos de frío. Sólo el eficiente despliegue del grupo de montaña de la Guardia Civil y de los bomberos ha permitido que Julio Lago y su esposa, Isabel Oliver, puedan ahora contarlo: «No nos matamos de milagro».

Los dos excursionistas, él de 70 años y ella de 59, se desplazaron a Mortitx el sábado por la mañana, en compañía de unos amigos. Los compañeros decidieron adentrarse en el camino que conduce a sa Cova de ses Bruixes pero Julio e Isabel, alarmados por la dureza del itinerario, tomaron su propia dirección. A partir de ese momento fue cuando empezaron los problemas. El marino de guerra jubilado y su mujer se desorientaron y acabaron completamente perdidos, a merced de la noche que ya caía y en un paraje que desconocían casi por completo. A las 20.00 horas la pareja que los había acompañado en el tramo inicial acudió al punto donde debían encontrarse y tras comprobar que no había indicios de los dos amigos dio la voz de alarma.

Los expertos en montaña de los parques de bomberos de Pollença, Inca y Sóller se pusieron de inmediato en marcha, al igual que sus colegas del GREIM (Grupo de Rescate e Intervención en Montaña) y con la ayuda de linternas y focos 'peinaron' amplias zonas, algunas de ellas de gran dificultad por lo abrupto del terreno. Poco después de la medianoche uno de los destellos fue advertido por el marino de guerra y pasados unos minutos Julio e Isabel ya estaban en buenas manos, a salvo. «Lo pasamos tan mal que estoy seguro de una cosa: no volveremos al Torrent de Mortitx. Y eso que hemos hecho muchas excursiones y no somos novatos», aclaró ayer la mujer desde su casa de Palma.