Sin embargo, sus allegados recuerdan que no se trataba, ni mucho
menos, de una relación convencional y tampoco pasaba, en el mes de
octubre, cuando ella desapareció, por su mejor momento. Su
compañero, de 32 años, no se comprometía más de lo imprescindible y
la maestra, un poco cansada, se fue desenamorando de él. El grupo
de amigas de Ana Eva sabía, lógicamente, de la existencia de esta
persona en su vida, pero la filóloga no se refería a él como «mi
novio» y otros conocidos de su entorno no sabían ni tan siquiera
que mantenían una relación sentimental de medio año.
El vecino de Palma, que fue trasladado a la Jefatura de Ruiz de
Alda a las 19.15 horas de ayer en un coche camuflado, participó
activamente en las movilizaciones por Ana Eva, pegó carteles en
calles y tiendas y acudió a todas las reuniones que la asociación
de amigos convocó. Incluso hace dos meses, cuando cientos de
personas se concentraron en la Plaça de Cort pidiendo resultados en
la investigación sobre la desaparición, el novio también estuvo
presente, aunque en un discreto segundo plano, lejos de las cámaras
de televisión y de los flashes de los fotógrafos.
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