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JOSEP M. SASTRE/ CATERINA VENY
El día después del terremoto de 6'7 grados en la escala de Ritcher con origen en Argelia, los puertos de la Colònia de Sant Jordi, Cala d'Or, Portopetro, Porto Cristo y sobre todo Cala Figuera eran un continuo ir y venir de gente, pescadores en general, que comprobaban el estado de las embarcaciones afectadas por la «rissaga» que hizo aumentar unos dos metros el nivel del mar lo que provocó la rotura de amarres dejando algunos barcos hundidos y otros a la deriva.

Un testimonio de excepción de lo ocurrido en Cala Figuera es Andreu Danús que vive en el mismo puerto. Este hombre, marinero de toda la vida, explica que «nunca había visto nada igual, estaba mirando el fútbol y he escuchado un ruido de cables rompiéndose, cuando me asomé vi un caos de barcas chocando, fue increíble e imprevisible porque el tiempo estaba bien.

En principio, la peor parte de esta «rissaga» de la comarca del Llevant y Migjorn se la llevó la zona de Cala Figuera, en Santanyí, donde, una vez valorados los daños se entregará el expediente a Delegación de Gobierno para que la zona sea declarada «catastrófica». Cala Figuera es uno de los puertos de la zona donde abundan las barcas de bou. Nada más llegar la onda, los amarres de tres de estas embarcaciones de grandes dimensiones se rompieron y arrasaron con todas naves y botes que encontraron a su paso. Los daños en estas pequeñas embarcaciones son cuantiosos aunque las barcas de bou también sufrieron percances menos evidentes en el casco pero sí importantes en los interiores. Con todo, los más afectados son los pescadores profesionales puesto que algunos no saben cuándo podrán volver a salir a pescar.