Minutos después de las once de la mañana los vecinos de Gènova
detectaron una gran columna de humo en una zona de difícil acceso,
por lo que se pusieron en contacto con el Cos de Bombers de Palma.
Las llamadas telefónicas se sucedieron, pero la mayoría no podían
ubicar con exactitud el foco principal, lo que provocó cierto
desconcierto entre los efectivos de emergencias, que perdieron un
tiempo muy valioso antes de combatir el fuego.
A Gènova se desplazaron un helicóptero, agentes del Ibanat
(Instituto Balear de la Naturaleza), bomberos de Palma, voluntarios
de Calvià, Policía Local y Cuerpo Nacional de Policía, que tras
ubicar el incendio comenzaron las labores de extinción, con
altísimas temperaturas y un viento moderado. Casi al mismo tiempo,
empero, saltó otra alarma, esta vez entre Son Vida y Son Quint,
donde se elevaba una columna de humo visible desde varios
kilómetros.
Los bomberos comprendieron que se enfrentaban, casi con
seguridad, a una acción premeditada de uno o varios pirómanos y
enviaron al nuevo frente a un contingente humano y material aún
mayor: bomberos de Palma, Ibanat, brigadas, el avión Air Tractor,
un Dromader, un Canadair y dos helicópteros. Se trataba, como en el
primer caso, de un paraje de difícil acceso, de ahí que fuera
fundamental la cobertura aérea para llegar cuanto antes al foco
principal y controlar su propagación. Las llamas, tanto en Gènova
como en Son Vida, llegaron a acercarse a algunos chalés y
urbanizaciones habitados, pero no fue necesario evacuar a los
vecinos. Los bomberos, escasos de agua tras varias horas de lucha
ininterrumpida contra el fuego, se abastecieron en algunas piscinas
privadas y los camiones cuba tuvieron problemas para maniobrar por
los angostos caminos de montaña.
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