Eran las siete y media de la mañana del domingo y en la sala del
092 se recibió la llamada de un hombre que dijo haber encontrado en
su casa una serpiente de grandes dimensiones. La dirección era un
décimo piso del edificio señalado con el número 55 de la calle
Arquitecte Bennássar de Palma. Una patrulla se desplazó al lugar y
comprobó la veracidad de la información. En la casa estaba el
inquilino, Jorge, y también llegó un biólogo de Maryneland al que
también había avisado.
Jorge cuenta que la historia comenzó cuando, a las siete de la
mañana del domingo se levantó y se dirigió al cuarto de baño para
afeitarse. Entonces, encima del armario, vio la cabeza de una gran
serpiente que le miraba fijamente. «Me quedé de piedra», dice el
hombre, que explica que ha estado muchos años viviendo en el Mato
Grosso y en el Amazonas, y por lo tanto tiene un cierto
conocimiento de las serpientes. «Después de la primera impresión
añade ví que se trataba de una pitón de la especie de las
constrictor, es decir, que cuando atacan lo hacen estrangulando a
su presa.
Cogí un palo y un spray para matar escarabajos. Con el palo la
iba golpeando mientras le lanzaba el líquido del spray a los ojos,
hasta que se refugió detrás del water y con el teléfono móvil llamé
a la policía y a Maryneland. La policía quiso aclarar por dónde
entró el reptil, y se supo que un vecino del edificio los cria y
que la pitón en concreto, se había escapado de la jaula y había
trepado hasta la ventana del baño de la vivienda de Jorge.
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