Los agentes recabaron entre los vecinos de Santa Eugènia información que pudiera resultar relevante. Fotos: ALEJANDRO SEPÚLVEDA

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JAVIER JIMÉNEZ-PEP MATAS
Búsqueda sin precedentes. Casi un centenar de agentes del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Civil, apoyados por un helicóptero y perros adiestrados, extendieron ayer la búsqueda de María Isabel Ferrer Segura, la mujer maltratada que desapareció el viernes, hasta Santa Eugenia y Marratxí, sin ningún resultado.

A primera hora de la mañana el Grupo de Homicidios, tal y como ya hizo el domingo y el lunes, coordinó los diferentes dispositivos y la batida superó el término municipal de Palma. Son Ferriol, el Pla de Na Tessa y Puntiró, 'peinados' casi metro a metro, no ofrecieron ningún resultado, y por ese motivo todo el operativo de ayer rastreó en otras zonas, sobre todo en la carretera vieja de Sineu, Santa Eugenia y algunos descampados de Marratxí. Motoristas del Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza), se mezclaron con patrullas motorizadas del 091, y los especialistas del GREIM (Grupo de Rescate e Intervención en Montaña) se adentraron en los parajes más complicados.

En un grupo iban unos 30 efectivos y el resto de participantes en la batida se dividieron en pequeños equipos, de dos y tres personas. Uno de los motoristas, en concreto un miembro de la Benemérita, sufrió un accidente cuando buscaba por s'Hostalots. Sus compañeros lo trasladaron en un vehículo policial hasta un hospital. Los agentes registraron media docena de casas de campo abandonadas y en estado de ruina en la carretera vieja de Sineu, y también prestaron especial interés a los márgenes de la calzada de esa vía, ante la posibilidad de que el cuerpo de María Isabel Ferrer estuviera allí.

Paralelamente, los investigadores siguen la pista de su compañero sentimental, un marroquí de 28 años llamado Hamir, que la sometía a malos tratos y que huyó de Mallorca el mismo día de la desaparición de María Isabel, el pasado viernes. El magrebí, que cuenta con antecedentes, tomó un vuelo hacia Madrid y de allí se cree que viajó a una ciudad marroquí. La vecina de Son Cladera desaparecida tiene un hijo de 10 meses, fruto de su unión con Hamir, y otro de dos años, y la policía sospecha que pudo ser asesinada por el marroquí y arrojada a las afueras de Palma.