Los prestigiosos médicos forenses José Antonio García Andrade y
Ramón Núñez Parra se desplazaron ayer a Palma para efectuar la
segunda autopsia al cadáver de Errol Woiski Aragón, un hombre de 34
años que el 5 de junio pasado apareció muerto en una cuneta del
Camí Fondo. Para el Grupo de Homicidios de la Policía se trató de
una sobredosis, para su madre, en cambio, fue un asesinato.
Letita Aragón, la progenitora, nunca aceptó la versión oficial
de la muerte de su hijo, y desde que apareció el cuerpo ha
batallado legalmente para que el juzgado de instrucción número 9
permitiera una segunda autopsia, más clarificadora. El juez rechazó
las reclamaciones del abogado de Letita, Jaime Bueno, pero
finalmente ha permitido que los dos médicos forenses de Madrid
viajen a Palma y completen la segunda autopsia. El examen tuvo
lugar ayer, a las once menos cuarto de la mañana en el cementerio
palmesano.
Durante casi dos horas los especialistas obtuvieron muestras de
vísceras y tejidos de los restos mortales de Errol, que llevaba
desde el 5 de junio «en una cámara frigorífica», según ha
denunciado su madre. Los resultados no se conocerán de inmediato, y
las muestras han sido remitidas a un laboratorio de Madrid. Luego,
los médicos visitaron el lugar donde apareció el cadáver, en el
Camí Fondo, a fin de recoger algunas pruebas. Letita insistió ayer
en que la hipótesis policial de que su hijo murió por sobredosis
«es absurda» y reiteró que una comunicante anónima -una
prostituta-
le contó por teléfono que dos individuos le habían suministrado
una sustancia a su hijo en un bar y luego se lo habían llevado,
hacia un destino incierto. Errol llevaba encima una importante
cantidad de dinero, que nunca fue encontrado, y junto a su cadáver
tampoco se hallaron sus gafas, que abandonaba jamás.
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