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El pasado jueves se celebró en Palma el juicio en el que el propietario de una serpiente pitón está acusado de negligencia puesto que la mañana del tres de agosto del año pasado, el reptil se escapó de su jaula, en un noveno piso, y apareció en el cuarto de baño del décimo piso. El inquilino se llevó un susto mayúsculo primero y después, al reaccionar, con un palo y un aerosol inmovilizó a la serpiente y llamó a la Policía Local, después se personó un experto de Maryneland y al final todo quedo en un susto. El fiscal le pide al dueño del reptil una multa de 180 euros, repartidos en una pena de 30 días a razón de seis euros diarios. Esta persona no acudió al juicio y sí lo hizo el vecino.

El hombre relató su experiencia «a las siete de la mañana de un domingo», y recuerda que si en vez de él, que por sus vivencias conoce a los reptiles, hubiera sido su madre la que se lo encontrara, quizás las consecuencias hubieran sido más graves. Al finalizar su declaración este vecino le dijo al juez si podía hacerle una pregunta. «Me gustaría saber - preguntó - si es cierto que la serpiente ya no está en el piso del vecino». La respuesta del juez fue: «No se lo voy a decir».