Entre 50 y 200 personas perdieron ayer la vida en el norte de Irán
en un trágico accidente de un tren que explotó cuando viajaba
cargado de gasolina y sulfatos. La primera información calculaba el
número de muertos en más de 200, y el de heridos por encima de 350.
Sin embargo, el vicegobernador general de la provincia de Jorasan,
Mohammad Maghdori, redujo la cifra de fallecidos a varias
decenas.
El accidente ocurrió a las 10.45 de la mañana hora local (8.15
GMT) cuando el tren, que arrastraba 51 vagones, algunos cargados
con sulfatos, diesel, gasolina y algodón, esperaba para partir en
la estación de Abu Muslim. De repente, una deflagración de
naturaleza desconocida en uno de los vagones, puso en marcha todo
el convoy, que impelido por la onda expansiva se desplazó por la
vía sin control hasta llegar a Jayyan, la siguiente estación.
Equipos de bomberos y de protección civil llegaron de inmediato
al lugar de los hechos para tratar de controlar el tren y apagar el
fuego, momento en el que se desató la parte más trágica del
siniestro.
Las llamas se propagaron a toda velocidad por 48 de los vagones,
lo que causó una segunda y fortísima explosión que rompió los
cristales de casas que se encontraban a unos 10 kilómetros a la
redonda. El fuego alcanzó algunas de las casas circundantes,
mientras que los servicios de socorro repartieron mascarillas entre
la población para evitar que inhalaran el humo, muy tóxico debido a
la gasolina y los sulfatos.
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