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AGENCIAS-TEHERÀN
Las autoridades iraníes elevaron ayer a más de 300 los fallecidos en la explosión de un tren que circulaba el miércoles por el norte del país cargado de combustible y otros materiales inflamables. A lo largo del día de ayer acongojadas madres iraníes buscaban los cadáveres de sus seres queridos entre los restos de la explosión. El tren de 51 vagones, cargados con gasolina y fertilizantes, se incendió y explotó tras descarrilar y rodar 20 kilómetros sin control, matando principalmente a un grupo de bomberos y curiosos que se habían acercado a presenciar la escena. El hedor de cadáveres se extendía por el cementerio en la cercana Nishapur, mientras torsos desmembrados y restos de carne carbonizada por la explosión eran cubiertos con sábanas de plástico. La atronadora explosión se sintió a 70 kilómetros de distancia. Desintegró casas de adobe cercanas y obligó a muchos residentes a desplazarse al campo. Durante la noche, guardias revolucionarios habían mantenido un cordón de un kilómetro alrededor del lugar del desastre, temiendo la explosión de tres vagones con gasolina que no se incendiaron en el desastre. Pero al amanecer, con finas hileras de humo blanco elevándose aún de entre los escombros, las autoridades dijeron que había pasado el peligro.