Manuel R.G., el acusado de matar a un jubilado en su vivienda de
Pere Garau de Palma en noviembre de 2002, reconoció ayer haberlo
apuñalado por la espalda después de mantener una discusión. El
acusado había llegado a un acuerdo por el cual se quedaría con
parte de la herencia de Sebastián Monserrat, de 76 años de edad, a
cambio de cuidarlo. Según afirmó ayer el acusado, la pelea se
produjo como consecuencia de una serie de tocamientos realizados
por el jubilado. El primero de ellos tuvo lugar en el ascensor,
mientras subían al piso propiedad de la víctima. Al parecer,
Monserrat le tocó las nalgas y le hizo una insinuación.
Una vez en la vivienda, el hombre se dirigió a su cuarto, se
desnudó y se presentó en la cocina, donde el acusado estaba pelando
una pera con un cuchillo. Allí le realizó un nuevo tocamiento en
los genitales, a lo que el acusado respondió enfrentándose con él.
El anciano amenazó entonces con denunciarle y retirarle la herencia
prometida, consistente en tres pisos. El acusado perdió los nervios
y le apuñaló en la nuca. La víctima cayó entonces al suelo y el
agresor se abalanzó sobre él, tapándole la boca con una almohada
«para que se callara».
Además de la puñalada en la nuca, el cuerpo presentaba golpes en
la cara y otras seis puñaladas en diversas partes del cuerpo: dos
en el cuello de 15 y 20 centímetros de longitud y que, según el
acusado, se produjo la misma víctima «al intentar liberarse»; otras
dos en el abdomen de 12 y 15 centímetros; y dos de 17 y 23
centímetros en cada una de las ingles. Los numerosos cortes
provocaron que el jubilado muriera desangrado.
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