A las 11.20 horas una tenue lluvia, acompañada de aparato
eléctrico, descargaba sobre Sóller y el Port y poco después un rayo
de gran potencia cayó sobre una cima, que quedó envuelta en llamas.
Dos helicópteros, un avión, dos parques de bomberos (los de Sóller
y Calvià) y 20 agentes forestales del Ibanat acudieron hasta las
inmediaciones de aquella montaña, conscientes de que la rápida
cobertura aérea iba a ser fundamental para atajar el fuego. De
hecho, los equipos terrestres tuvieron muchas dificultades para
llegar al foco principal, pero en cambio los helicópteros y el
avión, con descargas de agua continuas, consiguieron controlar el
siniestro.
Muchos turistas y curiosos siguieron desde la carretera el
espectacular despliegue y sobre las 15.00 horas se retiró el último
equipo que continuaba trabajando en la zona, aunque permaneció en
la montaña un retén de guardia por si los rescoldos se reavivaban.
El perímetro calcinado ha sido calculado por los bomberos del
parque de Sóller en unos 300 metros cuadrados. Afortunadamente, se
trata de una extensión pequeña, pero si el despliegue aéreo no se
hubiese movilizado con tanta celeridad es casi seguro que la
extensión se habría multiplicado, ya que las brigadas terrestres
apenas podían trabajar por lo escarpado del terreno.
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