Quince personas muertas y al menos un centenar heridas es el
balance oficial de víctimas de la explosión ocurrida ayer de una
conducción de gas a su paso por un complejo industrial de
Ghislenghien (oeste de Bélgica), donde se estaban efectuando unas
obras.
Los datos sobre el número de víctimas fueron confirmados por el
primer ministro Guy Verhofstadt, que regresó de sus vacaciones para
ponerse al corriente de la tragedia y estudiar las medidas a tomar.
De los 100 heridos contabilizados, al menos 24 están en estado muy
grave y dos de éstos son niños, según datos del Ministerio de
Sanidad belga.
La tragedia se desencadenó sobre las 08.30 horas (06.30 GMT)
cuando, junto a la fábrica Diamond Board, en el citado complejo
industrial, un golpe accidental que se cree pudo ser propinado por
una máquina pesada, que abrió una brecha en el gasoducto de la
compañía Distrigaz sin que nadie se percatara de ello.
Minutos después, los operarios de la obra avisaron a los
bomberos por el fuerte olor a gas, y fue durante la intervención de
éstos cuando se produjo la gran deflagración que proyectó a varios
de los fallecidos hasta un trigal cercano. La explosión, que redujo
a cenizas gran parte del complejo industrial, un gran número de
vehículos y varios campos de siembra, pudo escucharse en varios
kilómetros a la redonda y llevó a pensar a varios vecinos de la
zona en que un gran avión comercial se había estrellado. Tras
conocer la magnitud de la tragedia, las autoridades habilitaron un
centro de crisis y desplazaron inicialmente a la zona unas 50
ambulancias y 10 equipos médicos, posteriormente reforzados con
seis helicópteros del ejército y personal y un equipo de la Cruz
Roja para colaborar en las evacuaciones.
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