Un grupo de seis jóvenes llegó a la cueva poco antes del
mediodía, provistos de bombonas de oxígeno y trajes de neopreno. Su
intención era recorrer la cueva de La Catedral, de unos 80 metros
de largo y 15 de profundidad, y cuyo acceso es por mar. En la
cabeza de la expedición iban Marco y Pedro, seguidos del resto de
submarinistas. Cuando los dos primeros se metieron en el agua,
dentro de la cavidad, levantaron sin darse cuenta el lodo del
fondo, lo que dejó sin visibilidad a los otros cuatro. Los jóvenes
trataron de advertirles de que no podían seguir, pero Marco y Pedro
no se dieron cuenta y continuaron. Lo que pasó después es todavía
un enigma. Sin embargo, todo parece indicar que los dos buzos se
pusieron nerviosos al comprobar que el agua estaba tan turbia y de
que estaban solos, y luego no encontraron la salida. Sus compañeros
dieron la señal de alarma al centro de emergencias del 112 y
aseguraron que hacía más de 20 minutos que debían haber salido.
De hecho, ya no les quedaba oxígeno y la única esperanza es que
hubieran podido llegar a una bolsa de aire que había al final de la
cueva. A primera hora de la tarde los submarinistas de los GEAS
(Grupo Especial de Actividades Subacuáticas) de la Guardia Civil
empezaron la búsqueda. Los especialistas, provistos de linternas y
cuerdas para no perderse, registraron palmo a palmo la cueva, hasta
que localizaron ya sin vida a Marco Antonio. La caída de la noche
impidió que siguieran con el operativo, y los buzos tuvieron que
retirarse hasta hoy, cuando está previsto que se reanude la
búsqueda del otro desaparecido. Las esperanzas de encontrar con
vida del joven son muy escasas.
El cuerpo sin vida del policía local, que estaba casado y tenía
un hijo de dos años, fue trasladado hasta el puerto de Cala Rajada,
y de ahí al tanatorio de Capdepera. Antonia Barceló, jefa de la
Policía Local de Sant Llorenç, se personó rápidamente en el muelle,
para interesarse por lo ocurrido. El alcalde de aquella localidad,
Mateu Puigrós, también se desplazó hasta cala Rajada para seguir de
cerca el dispositivo, así como familiares y amigos de los
submarinistas, que estaban completamente desolados.
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