Otros residentes verificaron aquella información: «Hemos oído un
estruendo y parecía que caía una montaña». Y no era en sentido
figurado. Cerca de mil toneladas de rocas acababan de desprenderse
de una imponente montaña, justo en el tramo del yacimiento de Son
Matge. La Policía Local de Valldemossa se movilizó con rapidez y
también acudieron hasta aquella finca efectivos del cuartel de la
Guardia Civil de Esporles. Fue entonces cuando se encontraron con
un espectáculo estremecedor: una roca de cinco metros de alto y
seis de ancho, por diez de largo, ocupaba lo que minutos antes
había sido un camino de acceso a una finca, junto al torrente de
Valldemossa.
Los agentes no daban crédito a lo que veían. Y al alzar la vista
e iluminar con potentes linternas la ladera de la montaña
descubrieron que una franja de 200 metros del bosque d'en Gotzó,
formado por encinas, había sido arrasado por la avalancha. Otras
rocas, de menor tamaño, habían salido despedidas, causando daños
cuantiosos. Pero no fue hasta que despuntó el día cuando se
constató la magnitud del desastre. El yacimiento milenario de Son
Matge ya no existía y cuatro familias habían quedado casi
incomunicadas, ya que las piedras cubrían el camino de salida de
sus fincas. «Lo más positivo es que no ha habido heridos, porque si
esto hubiera ocurrido un fin de semana habría sido una tragedia»,
opinó uno de los policías municipales.
El funcionario se refería a que el peñasco destruido era muy
frecuentado por escaladores. Incluso guardias civiles y bomberos,
expertos en rescate en montaña, habían realizado prácticas en aquel
risco. Sus condiciones eran idóneas para esta práctica y los
vecinos recordaron ayer que había excursionistas que pasaban la
noche «colgados de una de las paredes, durmiendo en sacos».
Biel Català, el propietario de uno de aquellos terrenos, se pasó
la mañana ante la imponente roca que le impedía el acceso normal a
su casa: «Escuchamos mucho ruido y al principio pensé que era una
gran tormenta. Nos sabemos qué ha pasado, si ha sido la nieve de
estas últimas semanas, el frío que resquebrajó las rocas o que el
yacimiento estaba muy excavado, pero esto es un desastre». Su hijo
Esteve tampoco salía de su asombro: «Parece mentira, un lugar con
tanta historia y ahora de repente ha caído. Esto parecía un parque
nacional, todo el día había gente paseando por aquí y
excursionistas escalando aquellas paredes».
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