Que la cocaína puede ser un negocio muy rentable es evidente. Y que
la Guardia Civil o la policía tarde o temprano acaban 'cazando' a
los narcotraficantes es también una realidad.
José Luis M.P., un vecino de sa Vileta de 50 años, lo
experimentó el jueves en sus propias carnes. Hasta la fecha había
llevado un ritmo de vida espectacular: poseía un gran chalet, un
deportivo de la marca Porsche, siete motocicletas de gran
cilindrada, ropas caras, gustos refinados... En fin, una vida de
lujo que sin embargo no cuadraba. Trabajaba en un negocio del
centro de Palma, pero era imposible que con las ganancias pudiera
costearse todos sus caprichos. El Grupo de Investigación Fiscal y
Antidroga (GIFA) de la Guardia Civil hacía un tiempo que le seguía
los pasos, pero José Luis era extremadamente discreto y seguirlo
era muy complicado. Sólo trataba con sus contactos de total
confianza y se movía en sus motos a toda velocidad, dificultando
cualquier dispositivo de vigilancia, por discreto que fuera.
Los expertos antidroga comprobaron que el trabajo del sospechoso
era una «tapadera» y que lo abandonaba continuamente en horario
laboral para dirigirse a su chalet de sa Vileta. Allí,
presuntamente, recogía la cocaína que debía entregar y luego, a
bordo de una de sus veloces motocicletas, se dirigía al punto de
encuentro. El pasado día 3, a las 19.30 horas, los guardias civiles
decidieron intervenir. Tenían la certeza de que José Luis escondía
un alijo en su casa, y esperaron pacientemente a que saliera a la
calle. Una vez más iba motorizado, pero los agentes no le dieron
tiempo a reaccionar y lo rodearon. En una bolsa de mano portaba un
kilo de una sustancia blanca, que resultó ser cocaína, y con esta
prueba en su poder la Guardia Civil obtuvo un mandamiento judicial
de entrada y registro en el chalet.
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