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Estados Unidos vivió un fin de semana sangriento a raíz de sendos tiroteos, uno en un tribunal y otro en un hotel, que causaron la muerte de doce personas y varios heridos graves. El primero de ellos se registró en un tribunal de Atlanta (Georgia), en el que Brian Nichols, un afroamericano de 33 años, sembró el pánico cuando le arrebató la pistola a un funcionario y mató al juez que iba a procesarle por violación, a un policía y a una funcionaria judicial. Nichols pudo ser detenido en un complejo de viviendas después de más de 24 horas de intensa búsqueda, justo cuando se conocía el alcance de otro siniestro suceso aún más brutal.

En este caso, un individuo entró en el hotel Sheraton de Brookfield, un suburbio próximo a la ciudad de Milwaukee (Wisconsin), y disparó contra los asistentes a un servicio religioso, lo que causó la muerte de cuatro de ellos en el acto. Posteriormente, la policía local informó de que tres personas más fallecieron cuando eran trasladadas a los hospitales más cercanos. Inmediatamente después, los investigadores del suceso creen que se suicidó disparándose. El sospechoso formaba parte de la congregación religiosa que cada sábado se reúne en el hotel desde hace varios años.