París se despertó ayer conmocionada por un espantoso incendio que
arrasó durante la madrugada un céntrico y modesto hotel habitado
por inmigrantes y que causó la muerte de al menos 20 personas,
entre ellas 10 niños, y heridas graves a 13.
Este «drama espantoso» es «una de las catástrofes más dolorosas
que hayan enlutado París en los últimos 35 años e inspira un
sentimiento de horror» y «emoción», dijo ayer el presidente
francés, Jacques Chirac.
Todo apunta a que el foco de las llamas se situó en la primera
de las seis plantas del inmueble, en la habitación donde se
preparan los desayunos, y que fue de tipo accidental. El hecho de
contar con una única salida hizo que la escalera del «París Opera»,
situado en una estrecha calle del distrito IX de la capital
francesa, se convirtiese en una «auténtica chimenea» que favoreció
la fulminante propagación de las llamas e impidió la rápida
evacuación de sus ocupantes, atrapados por el fuego y la
humareda.
Muchas de las víctimas mortales murieron carbonizadas, otras
fruto de la asfixia, y algunas al lanzarse desde las ventanas del
hotel presas del pánico, indicaron los servicios de rescate.
Algunos testigos relataron, horrorizados, cómo algunos residentes
se lanzaban por las ventanas, algunos con sus hijos, para escapar
del fuego. Según los bomberos, el número de víctimas habría sido
inferior si se hubieran quedado en sus habitaciones en lugar de
tratar de huir.
La planta baja de Galeries Lafayette, próximas al lugar, se
convirtió en un improvisado hospital de campaña, y la Cruz Roja
prestó apoyo psicológico a las víctimas, de origen francés,
senegalés, portugués, ivorense, estadounidense, ucraniano y
tunecino, entre otras nacionalidades.
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