En algunos de los casos Pol pedía a las jóvenes que se desnudaran o
que le mostraran su ropa interior, las manoseaba e incluso intentó
penetrar vaginalmente a varias de ellas.
Uno de los puntos más llamativos del fallo es el que hace
referencia al único hecho delictivo que no ha podido ser imputado a
Sebastián Pol, cometido en Palma el 15 de octubre de 2002. El
tribunal indica que «un hombre no identificado» abordó a una menor
de 12 años, a la que amenazó con un destornillador. Tras pedirle
que le entregara las joyas, le quitó la ropa y le tocó «con
intención lasciva los pechos y los genitales besándole por todo el
cuerpo».
Al contrario de lo que Pol declaró en el juicio, el fallo
considera probado que el 'sádico' utilizaba navajas o punzones para
intimidar a las jóvenes, a las que amenazaba de muerte si no
obedecían sus peticiones.
El fallo también ratifica que Pol presenta un nivel intelectual
«dentro de los límites de la normalidad», tiene «suficiente
capacidad de discernimiento para distinguir entre el bien y el mal»
y conoce «perfectamente el carácter incorrecto de sus
comportamientos delictivos, como deja patente la cuidadosa
selección de las víctimas más vulnerables, todas niñas o jóvenes de
aspecto aniñado».
Además de las penas de cárcel, Pol deberá pagar 30.000 euros de
indemnización a sus víctimas en concepto de daños morales. No
obstante, el fallo especifica que, según contempla el Código Penal,
Pol cumplirá un máximo de 20 años de prisión.
Pol ya fue condenado en 1990 a 68 años de cárcel por cuatro
violaciones y 16 abusos deshonestos, penas que cumplió en Palma y
Herrera de la Mancha (Ciudad Real) hasta que fue liberado en 2002.
Cuando apenas llevaba unas semanas en Mallorca, el 'sádico del
ascensor' reinició su actividad delictiva, utilizando los mismos
métodos que ya le hizo tristemente célebre, y que pasaban por
cometer los abusos en ascensores o cuartos de máquinas de grandes
fincas.
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