Pedro Bonnín murió desangrado. Ésta es una de las conclusiones a
las que ha llegado el médico forense que ayer realizó la autopsia
al hombre asesinado en Artà. Otro dato importante que ha aportado
el examen forense es que una de las puñaladas le pasó muy cerca del
corazón y fue mortal de necesidad, según han confirmaron en fuentes
del juzgado que instruye las diligencias por el crimen.
El cuerpo sin vida del cocinero, que tenía 54 años, fue
trasladado al cementerio de Manacor y ayer por la mañana Javier
Alarcón, el forense que ya examinó el cuerpo la madrugada en que
fue hallado, llevó a cabo la autopsia. La zona craneal estaba
reventada. Había recibido repetidos golpes con un objeto
contundente -que no se ha podido concretar cuál era- y en el cuerpo
presentaba una decena de heridas incisas, de arma blanca. Algunas
las recibió en la espalda, otras en el cuello (cerca de la yugular)
y el resto en el pecho y el estómago. Una de las cuchilladas le
pasó muy cerca del corazón, y era necesariamente fatal. Sin
embargo, también eran mortales los traumatismos craneales.
Pedro Bonnín era de cierta corpulencia, lo que implica que el
agresor también tenía una notable fortaleza física. «En Guixó» no
fue sorprendido, sino que ofreció tenaz resistencia y luchó con su
agresor, por lo que no sería de extrañar que el asesino -que sigue
huido- presente algunas lesiones. El ataque se desarrolló en la
cocina de la caseta, de diminutas dimensiones, y la sangre salpicó
paredes y techo. Fue tal la violencia ejercida por el criminal que
todo el recinto quedó teñido de rojo, un espectáculo espantoso que
horrorizó a los primeros efectivos que llegaron a la finca en la
madrugada del lunes al martes.
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