El huracán se dirige con toda su furia hacia la costa de Texas,
cuyo gobernador, Rick Perry, ha declarado ese estado como área de
desastre. Según los pronósticos, Rita tocaría tierra el próximo
sábado en algún lugar de Texas y el cono de su posible trayectoria
incluye el norte de México y el oeste de Luisiana. Los meteorólogos
han advertido que un huracán de categoría mayor podría enviar el
sábado una marejada de casi siete metros de altura sobre algunas
partes de la costa tejana, de 965 kilómetros.
Esta situación ha obligado a emitir la orden de obligación de
desalojo en Nueva Orleans, donde el pasado sábado comenzaban a
llegar los primeros residentes de la ciudad. La orden se ha
extendido a Houston, donde el alcalde Bill White ha ordenado la
evacuación obligatoria de zonas del condado de Harris donde se
ubica la ciudad, y de todos aquellos que habitan en casas móviles a
partir de hoy, jueves. White dijo que la ciudad proveerá transporte
a quienes no dispongan de medios para evacuar sus lugares de
residencia.
Asimismo, la trayectoria del huracán podría amenazar hasta 18
refinerías en Texas, que tienen una capacidad combinada de 4,0
millones de barriles por día y representan casi un cuarto de la
capacidad de refinación del país, dijo el miércoles la
Administración de Información Energética. «A pesar de que no toda
esta capacidad sería afectada en cualquier escenario, sí resalta la
cantidad de capacidad de refinación que está en riesgo», dijo la
EIA en su informe semanal sobre el mercado petrolero.
Por su parte, el presidente de EEUU, George W. Bush, indicó ayer
que «debemos prepararnos para lo peor» ante el rumbo del huracán.
En una intervención ante la Coalición Judía Republicana, Bush
indicó que «rezamos para que no se trate de otra tormenta
devastadora» como Katrina, e instó a los ciudadanos a «escuchar muy
atentamente las advertencias» de las autoridades sobre evacuaciones
y otras medidas de precaución.
«Va a haber un 'boom' de la construcción» en el golfo de México,
dijo Bush, antes de subrayar que el sector privado «tiene que ser
el motor» de la recuperación y aportar su grano de arena para la
normalización de las vidas de los afectados y de la creación de los
empleos perdidos en la zona devastada.
Estas informaciones se dieron a conocer el día en que las
muertes por el huracán Katrina superaron el millar, al
contabilizarse 63 cuerpos más en Luisiana.
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