A la entrada del cementerio de Génova eran visibles ayer manchas de sangre del herido, que quedó tendido a pocos metros del arma. Foto: ALEJANDRO SEPÚLVEDA

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JAVIER JIMÉNEZ/EMILIO LÓPEZ
La misión del vecino de Palma no era ningún juego. Debía suicidarse con el método japonés del «hara-kiri» frente al cementerio de Génova, a las ocho de la mañana. Según el mismo relató después, estaba encarnando a un personaje en un juego de rol y su próximo movimiento era quitarse la vida.

O no pudo o le fallaron las fuerzas, pero el hombre no llegó a destrozarse el vientre con el cuchillo, tal y como tenía previsto. Se lo clavó dos veces, pero de forma casi superficial. Luego quedó tendido sobre la calle, ensangrentado. Una persona que pasaba por las inmediaciones del cementerio de Génova lo descubrió a las ocho y media de la mañana, y en pocos minutos llegaron patrullas de la Policía Local, Cuerpo Nacional de Policía y una ambulancia del 061. La víctima, que se encontraba en un estado físico penoso, fue atendida de urgencia y los sanitarios detuvieron la hemorragia. El cuchillo estaba a pocos metros de él, con la hoja manchada de sangre. En un primer momento se pensó que el herido había sido agredido durante una reyerta, y sus comentarios incoherentes no aportaban demasiada luz a lo que había ocurrido.

La noticia del apuñalamiento se propagó por Génova y circularon versiones contradictorias sobre lo que había pasado en la puerta del cementerio. «Han matado a alguien a puñaladas», comentaron en el autobús de línea, claramente desencaminados. «Ha sido un ajuste de cuentas», contaron en la barriada. Al llegar a Son Dureta el hombre fue sometido a distintas pruebas y se comprobó que ninguna de las dos puñaladas le había afectado a órganos vitales. Eran heridas incisas, pero no demasiado profundas. Tras recibir las curas fue atendido por el equipo de la unidad psiquiátrica, que apreció que presentaba las facultades mentales alteradas. Ayer tarde seguía ingresado en aquella unidad, a la espera de un dictamen ulterior. El Grupo de Homicidios se hizo cargo de la investigación y descartó que un segundo implicado participara en los hechos. En la entrada del cementerio, a media mañana, todavía eran visibles las manchas de sangre en el suelo, junto a gasas y otro material utilizado por los sanitarios en los primeros auxilios.