O no pudo o le fallaron las fuerzas, pero el hombre no llegó a
destrozarse el vientre con el cuchillo, tal y como tenía previsto.
Se lo clavó dos veces, pero de forma casi superficial. Luego quedó
tendido sobre la calle, ensangrentado. Una persona que pasaba por
las inmediaciones del cementerio de Génova lo descubrió a las ocho
y media de la mañana, y en pocos minutos llegaron patrullas de la
Policía Local, Cuerpo Nacional de Policía y una ambulancia del 061.
La víctima, que se encontraba en un estado físico penoso, fue
atendida de urgencia y los sanitarios detuvieron la hemorragia. El
cuchillo estaba a pocos metros de él, con la hoja manchada de
sangre. En un primer momento se pensó que el herido había sido
agredido durante una reyerta, y sus comentarios incoherentes no
aportaban demasiada luz a lo que había ocurrido.
La noticia del apuñalamiento se propagó por Génova y circularon
versiones contradictorias sobre lo que había pasado en la puerta
del cementerio. «Han matado a alguien a puñaladas», comentaron en
el autobús de línea, claramente desencaminados. «Ha sido un ajuste
de cuentas», contaron en la barriada. Al llegar a Son Dureta el
hombre fue sometido a distintas pruebas y se comprobó que ninguna
de las dos puñaladas le había afectado a órganos vitales. Eran
heridas incisas, pero no demasiado profundas. Tras recibir las
curas fue atendido por el equipo de la unidad psiquiátrica, que
apreció que presentaba las facultades mentales alteradas. Ayer
tarde seguía ingresado en aquella unidad, a la espera de un
dictamen ulterior. El Grupo de Homicidios se hizo cargo de la
investigación y descartó que un segundo implicado participara en
los hechos. En la entrada del cementerio, a media mañana, todavía
eran visibles las manchas de sangre en el suelo, junto a gasas y
otro material utilizado por los sanitarios en los primeros
auxilios.
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