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No podía salir de casa. No podía hablar con nadie. Debía llevar el tradicional chador y soportar malos tratos, físicos y verbales. La Policía Local de Porto Cristo ha detenido a un marroquí, fanático de la religión, que tenía esclavizada a su mujer y que además golpeaba con frecuencia a su bebé, de nueve meses.

La situación de la mujer y su hijo de corta edad se descubrió el pasado miércoles, cuando la víctima magrebí consiguió salir de su casa y pidió ayuda en el cuartel de la Unidad Territorial de Costas (UTC). La noche anterior su esposo, según su relato, se enfureció con ella porque 'osó' pedirle que le devolviera su documentación personal, que le había confiscado para asegurarse de que no trataba de huir. Fuera de sí cogió un bastón y la golpeó con furia, lesionándole la cadera. Fue la gota que colmó el vaso. Días antes su bebé de nueve meses había molestado al padre con su llanto y recibió «diez o doce» bofetadas como castigo.

Los agentes actuaron rápidamente y procedieron a la detención del sospechoso, que tiene una treintena de años y reside legalmente en Mallorca. El marroquí no ofreció resistencia y no ha trascendido el contenido de su declaración. Las diligencias las instruye un juzgado de Manacor. Lo que sí se sabe es que la madre y el menor fueron atendidos en un centro médico de la comarca. Ella presentaba lesiones visibles y el bebé, exteriormente, no tenía síntomas de haber sido agredido con violencia. La víctima, en la denuncia que formuló, detalló cuándo habían comenzado los malos tratos: se casaron hace dos años y desde esa fecha el carácter de su esposo se agrió y la sometió a una disciplina infernal. Seguía con devoción todos los preceptos religiosos y no quería que ella se «contaminara» hablando con vecinas o paseando por la calle.

Así pues, decidió que lo mejor para ella era que estuviera siempre encerrada en su piso de Porto Cristo, vestida con el chador y su único cometido debía ser cuidar de la casa y de su bebé. Hasta la fecha la mujer humillada no había tenido coraje suficiente para acudir a la policía, ya que temía por su integridad.