Tras las primeras investigaciones realizadas por la policía
científica, el patio de la Audiencia se convirtió en un ir y venir
de encargados de mantenimiento y empleados de la Sección Primera.
Enfundados en trajes blancos de material ignífugo, comenzaron el
traslado de la documentación al patio de la manera más ordenada y
rápida posible. A media mañana, en el patio se apilaban mesas,
ordenadores, sillas, libros y expedientes, todos ellos cubiertos
por una fina capa de hollín. Margarita Beltrán dirigía las
maniobras y, protegida con unos largos guantes de goma, colaboraba
desempolvando expedientes y documentos.
Mientras, otros funcionarios iban sacando los bancos de la
Sección Tercera, donde es probable que se trasladen los
trabajadores afectados hasta que su sala recupere la
normalidad.
Uno de los trabajadores explicó que aún llevará un tiempo saber
qué se ha quemado exactamente, aunque sí confirmó que todos los
señalamientos seguirán su curso previsto.
Otro de los funcionarios indicó que gran parte de la
documentación quemada podría recuperarse sin dificultad gracias al
sistema informático «Minerva», que garantiza el archivo de las
tramitaciones. También Antoni Terrassa dijo que «el impacto no será
importante». El presidente de la Audiencia explicó que la prioridad
ahora es recontar los expedientes para definir cuáles están en
situación de ser recuperados y empezar cuanto antes las tareas de
reconstrucción.
Terrassa especificó que los expedientes quemados son apelaciones
resueltas y apelaciones de juicios pendientes, y matizó que el
despacho del secretario «no es un lugar de almacenamiento
sistemático de expedientes».
Aún así, muchos documentos que estaban sólo en papel son ahora
cenizas, y se teme que algunos de ellos puedan ser pruebas
documentales de juicios penales, básicos para demostrar la
inocencia o culpabilidad de los inculpados en las causas.
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