El pequeño Tommaso Onofri, el bebé secuestrado hace un mes en
Italia, murió golpeado con una pala porque su llanto irritaba a los
secuestradores, según se supo ayer. La angustia por la situación
del pequeño ha durado todo un mes, pero sus captores nunca llegaron
a hacer la llamada del rescate porque lo mataron apenas dos horas
después de raptarlo.
Fueron los autores confesos del crimen, Mario Alessi y Salvador
Raimondi, quienes explicaron los sucedido. De acuerdo con sus
declaraciones, ambos entraron en la casa de los Onofri, Alessi con
un casco de moto y Raimondi con una capucha. Maniataron a los
padres y al hermano de Tommaso. Luego huyeron con el pequeño en una
motocicleta, pero se pusieron nerviosos cuando vieron relampaguear
una sirena de Policía y dejaron que el pequeño cayese al suelo. El
niño comenzó a llorar y, ante el temor de ser descubiertos, uno de
los dos lo mató de un golpe asestado con una pequeña pala. La
Policía encontró anoche el cuerpo del niño oculto entre las piedras
del río Enza. El secuestro saltó a la primera página cuando los
padres pidieron desesperados su liberación inmediata, porque
Tommaso padecía epilepsia y necesitaba medicación.
El papa Benedicto XVI, mostró ayer su consternación por su
«bárbara muerte». El presidente de Italia, Carlo Azeglio Ciampi,
también expresó su dolor por el triste desenlace.
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