El método para que las extranjeras no fueran ilegales era infalible: las contrataba en su país, las traía a Mallorca y durante tres meses las empleada en un conocido prostíbulo del norte de la Isla. Cuando expiraba el plazo de estancia turística las dejaba volver a su país, siempre que hubieran saldado la deuda económica, y luego regresaban, por tres meses más. Y así de forma indefinida. Hace unos días una de las chicas, de 19 años, se presentó en el cuartel de la Guardia Civil de Pollença para denunciar que el empresario la estaba extorsionando y que debía prostituirse para saldar con él una deuda de 5.000 euros. Los agentes pusieron en marcha una investigación y procedieron a la detención del acusado mallorquín, que al parecer negó los hechos. Ahora, las pesquisas se centran en determinar cuántas mujeres llegaron desde Rumanía y fueron prostituidas por la fuerza, siempre en el mismo club. Es muy habitual que las jóvenes del Este captadas por mafias lleguen engañadas a la Isla. Muchas creen que trabajarán como camareras y ya en Mallorca se encuentran con que el billete del viaje y la estancia tienen que costearla ejerciendo la prostitución. En otras ocasiones vienen conociendo muy bien su cometido.
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