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EMILIO LÓPEZ VERDÚ
Un grabado atribuido a Rembrandt cuyo valor podría sobrepasar el millón de euros enfrentó ayer en la Audiencia a un galerista afincado en Palma y a una mujer aficionada a la pintura. El galerista se enfrenta a una acusación de apropiación indebida por quedarse con la obra sin el consentimiento de la mujer, que es su legítima propietaria. La mujer explicó ayer que el grabado fue adquirido por su padre en los años 40, cuando era profesor de lengua en Argelia. «Ya entonces nos decía que la litografía era de 1637 y que tenía mucho valor», explicaba ayer.

Precisamente, su afición a la pintura le llevó a contactar con un amigo para exponer sus cuadros. Así conoció al acusado, Jozef V., gerente de una céntrica galería de Palma. La mujer le invitó a casa para que conociera su obra. Allí, el galerista descubrió el grabado y ambos acordaron que él se lo llevaría para tasarlo. A partir de ese momento, el hombre se dedicó en cuerpo y alma a investigar la autoría de la obra. «Se pasaba madrugadas estudiando e investigando por Internet, era muy meticuloso» explicaba ayer la novia del acusado. Finalmente, el hombre llegó a la conclusión de que el grabado era auténtico.

La mujer quiso recuperar la obra, aunque él se negó. «Me dijo que quería el 50 por ciento de su valor y cada vez que intentaba recuperarlo me daba largas», asegura la víctima.

El acusado afirma sin embargo que el cuadro fue «un regalo» de la mujer, a cambio de exponer sus cuadros en su galería. Cuando la mujer oyó esta versión, aseguró que «ni soñando le habría regalado el cuadro», y reconoció que eso le pasaba «por tonta». En todo caso, denunció los hechos ante la policía y pudo recuperar su grabado.