Empleados de la empresa funeraria retiran los restos mortales del suicida. Foto: ALEJANDRO SEPÚLVEDA

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JAVIER JIMÉNEZ
Lorenzo no había podido dormir en toda la noche. A las siete de la mañana, desencajado, le pidió un pitillo a un vecino, en la planta catorce del edificio Torremar, en el número 44 del Passeig Marítim. Tres horas después acabó con todo: una comisión judicial entró en su casa para formalizar su desahucio y Lorenzo saltó por la ventana. Murió al instante.

El bloque está ubicado al inicio del Passeig, muy cerca de la torre de Pelaires, sobre la calle de los bares de copas. Desde el pasado verano Lorenzo vivía en el ático, en la puerta rotulada con el número 6. Se había separado, cuentan sus vecinos, y no atravesaba por su mejor momento. Con todo, la relación con los otros inquilinos era normal, sin incidentes reseñables. Había sido denunciado para que saliera de aquel apartamento y un juzgado tramitaba la causa. Ayer por la mañana, a las diez, una comisión judicial se desplazó a esa dirección para consumar el desahucio y llamaron a la puerta de Lorenzo. Estaba solo en casa, consumido, y no se lo pensó dos veces. Cuando la comisión entró él saltó desde aquella altura de más de 40 metros. Durante la caída se golpeó al menos contra un balcón de un piso inferior, y perdió uno de sus brazos, que fue seccionado de cuajo. Siguió su descenso mortal y se estrelló brutalmente contra el suelo, en una especie de patio. Los integrantes de la comisión quedaron conmocionados y dieron aviso rápidamente a la Policía. Otra vecina que escuchó un ruido se asomó desde el balcón y descubrió, en el suelo, el cuerpo destrozado: «Estoy muy mal, ha sido muy duro», comentó lívida la sexagenaria.

El Grupo de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía se hizo cargo de la investigación, apoyado por la Policía Científica. Una ambulancia del 061 acudió al edificio Torremar y el trabajo de los sanitarios se limitó a certificar el fallecimiento de Lorenzo. Numerosos periodistas se agolparon a la entrada del bloque y algunos vecinos facilitaron, escuetamente, datos sobre el fallecido: «No lo conocía mucho, dicen que era topógrafo y vivía solo, pero no sé nada más». Los dos miembros de la funeraria tuvieron que pedir ayuda a otros dos compañeros de Pompas para sacar el cuerpo del edificio. El desahucio había acabado en drama.

Lorenzo no había podido dormir en toda la noche. A las siete de la mañana, desencajado, le pidió un pitillo a un vecino, en la planta catorce del edificio Torremar, en el número 44 del Passeig Marítim. Tres horas después acabó con todo: una comisión judicial entró en su casa para formalizar su desahucio y Lorenzo saltó por la ventana. Murió al instante. El bloque está ubicado al inicio del Passeig, muy cerca de la torre de Pelaires, sobre la calle de los bares de copas.