Unos sesenta turistas, la mayoría de ellos alemanes, esperaron a pie de calle tras ser desalojados. Foto: ALEJANDRO SEPÚLVEDA

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JAVIER JIMÉNEZ
Por segunda vez en cuatro días un pirómano provocó en la medianoche de ayer un incendio en el mismo hotel de s'Arenal de Llucmajor. El establecimiento tuvo que ser desalojado y ningún turista o trabajador resultó intoxicado. La Guardia Civil está buscando al incendiario.

La primera llamada de emergencia la recibió el 112 a las doce de la medianoche. El personal del hotel Amazonas, en la calle Sant Bartolomé, alertaba de un fuego en la última planta, en un cuarto lavandería donde se acumulaban toallas, sábanas y otros enseres. Unos sesenta turistas que en esos momentos se encontraban en sus habitaciones, muchos de ellos ya durmiendo, fueron desalojados uno a uno, y bajaron a la calle de forma ordenada. Uno de ellos, con unas copas de más, dormía muy cerca de la habitación incendiada y agradeció repetidamente que le hubieran despertado, ya que no se estaba enterando de nada. Una docena de bomberos de los parques de Palma y de Llucmajor, apoyados por la Policía Local y la Guardia Civil, sofocaron las llamas y sacaron del cuarto todo el material humeante, para evitar nuevos rebrotes. Mientras, en la calle permanecía una ambulancia del 061, por si algún veraneante o empleado del establecimiento precisaba asistencia médica.

La calle quedó cortada de forma provisional, para que los equipos de emergencia pudieran operar sin problemas, y ya de madrugada los turistas pudieron regresar a sus habitaciones, tras el susto. Se da la circunstancia de que el pasado viernes, también en horario nocturno, se registró un incendio en el mismo hotel. Los investigadores tienen claro que se trata del mismo pirómano y las pesquisas se están centrando en ex empleados que pudieran tener algún contencioso con la empresa. Los agentes se entrevistaron con los trabajadores del negocio, para saber si habían visto a algún sospechoso merodeando por la lavandería poco antes del incendio.

Los turistas desalojados, por su parte, no se interesaron demasiado por las circunstancias del incendio y muy pocos sospechaban que era intencionado. «Ha sido una noche muy larga y lo único que quiero es dormir», comentaba un alemán de mediana edad, todavía adormilado y sentado sobre la acera.