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JUAN POYATOS
Los agentes del Cuerpo Nacional de Policía (CNP), Guardia Civil y Policías Locales de Balears tienen en sus armas cortas su última línea de defensa en los casos más extremos. Los hombres y mujeres que forman estos cuerpos policiales pueden, según regula la Ley, hacer uso de su arma reglamentaria en caso de que surja la imperiosa necesidad de defender su propia vida o la de terceros.

Por todo ello, es vital el constante adiestramiento en el manejo del arma. La preparación técnica, la emocional y el autocontrol son las claves, sin embargo, no se debe olvidar la importancia de la idoneidad del material, que ha de ser eficaz, moderno, simple y de gran seguridad pasiva y activa. La tecnología, en estos últimos veinte años, ha evolucionado en todos los ámbitos de la sociedad, en las armas cortas de uso policial, evidentemente, también.

En los años ochenta las unidades policiales mas modernas empezaron a sustituir los viejos revólver del 38 por modernas pistolas de origen militar de 9 mm. Las ventajas aportadas por las pistolas desbancaron en pocos años a los arcaicos revólveres.

Para empezar, las pistolas se empezaron a fabricar con materiales compuestos más ligeros, como la baquelita o los polímeros. También tomaron ventaja al ser capaces de almacenar hasta 15 cartuchos en su cargador, algo que nunca podrá hacer el tambor de un revólver. Los seguros predisparo, la doble acción, la munición de plomo antirrebote y la falibilidad de desmontaje y manejo dieron también puntos adicionales a las nuevas pistolas frente a los revólveres.

En los noventa, en España, las fábricas nacionales perdieron las medidas proteccionistas que les habían permitido hasta entonces ganar todos los concursos para dotar a las unidades policiales, esto dio paso a modernas armas de fabricación alemana o austriaca, caso de las afamadas H&K, Walter o las italianas Beretta.