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JAVIER JIMÉNEZ
«No puedo decir nada malo de él. Era trabajador, no se metía con nadie». Así definieron ayer a Vinicio sus jefes de la empresa de aguas de Sencelles para que la trabajaba desde hacía cuatro meses. El día 1 de junio fue una fecha muy especial para el ecuatoriano, que obtuvo su permiso de residencia. Tenía un trabajo, había alquilado una pequeña casa de campo y se mantenía en contacto con su familia de Ecuador. El sueño español, tan anhelado, tomaba forma. La vida del otro protagonista, Marcelo, no estaba tan encauzada. Tenía problemas con la bebida y su carácter conflictivo le había valido para que no le renovaran en la empresa de aguas de Vinicio. En su declaración de ayer, tras el crimen, aseguró que tenía lagunas de memoria y que no recordaba con claridad la secuencia completa de los acontecimientos. Sin embargo, reconoció que había arrollado con el coche a Vinicio, hasta estrellar su cuerpo contra la fachada de la finca. El hombre quedó recluido en los calabozos de la Benemérita y en las próximas horas será puesto a disposición judicial, acusado de un delito de homicidio. En las próximas horas será puesto a disposición judicial, en el juzgado de guardia de Inca. Hoy también se le practicará la autopsia al inmigrante de Sencelles, para concretar cuál fue la causa de la muerte. Según ha trascendido, presentaba lesiones gravísimas en la cabeza y tenía fracturas en el resto del cuerpo. El coche que lo arrolló intencionadamente, en cambio, sólo presentaba un golpe discreto en los bajos, en el lado delantero derecho. El turismo no fue precintado y quedó en la finca, a pesar de que la Policía Judicial de Pollença lo examinó minuciosamente. La Guardia Civil de Inca y la Policía Local de Sencelles también participaron en el operativo que se desplegó en la finca entre las 6.00 horas y las 11.00 de la mañana.