El cadáver de Franjil Vinicio Jiménez después de cometerse el crimen en Sencelles. Foto: JAVIER JIMÉNEZ

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Franjil Vinicio había obtenido el permiso de residencia hacía mes y medio. Marcelo llevaba varios años en Mallorca. Ambos eran ecuatorianos y el destino los cruzó en una fiesta de inmigrantes en Sencelles. Las consecuencias fueron dramáticas: el segundo mató al primero, aplastándolo con un coche contra la fachada de una finca. La víctima mortal, de 30 años, estaba casado y tenía dos hijos de corta edad. Su familia está en Ecuador, y Franjil Vinicio Jiménez Barzallo tenía la intención de traerlos a Mallorca en cuanto le fuera posible. Su sueño, sin embargo, se desvaneció ayer de madrugada. El joven y otro compatriota tenían alquilada una finca junto al polígono de Sencelles, propiedad del jefe de Vinicio. El sábado su compañero de alquiler montó una fiesta con otros ecuatorianos, a la que acudió Segundo Marcelo R., de 46 años, y que había trabajado en la misma empresa de aguas en la que estaba empleado ahora Vinicio. No se conocían y la barbacoa transcurrió pacíficamente, al menos en apariencia. Se prolongó toda la tarde y siguió durante la noche. Por entonces, Vinicio se ausentó y visitó algunos bares de la zona, donde consumió bebidas alcohólicas. Regresó a las cinco y media de la madrugada a la parcela 138, su finca alquilada, y se encontró con que la fiesta, lejos de languidecer, estaba en su apogeo. Quería dormir y se enfureció. Empezó a gritar e insultar a los compatriotas que estaban a la fresca, frente a la entrada de la vivienda. El tono subió y hubo un forcejeo físico. Según los testigos (casi todos amigos de Marcelo) Vinicio volvió con un cuchillo y empezó a amenazarlos a todos, para que desalojaran aquellos terrenos. Marcelo se subió a un Opel Corsa propiedad de una empresa de aguas y aceleró bruscamente, haciendo chiscar las ruedas. Vinicio se dirigió hacia él, supuestamente con el cuchillo en una mano. De repente, el conductor soltó el embrague y arrolló al joven ecuatoriano. Lo arrastró hasta la fachada y estrelló su cabeza contra un banco. Todo había acabado, al menos para Vinicio. Marcelo no intentó huir. Se quedó ahí, impactado. Alguien llamó al 061 y los médicos de una ambulancia intentaron reanimar al inmigrante, en vano. Le habían destrozado la cabeza y yacía boca arriba sobre una gran charco de sangre. Le dieron la vuelta y le quitaron la ropa, durante los intentos desesperados para reanimarlo. La Policía Judicial de la Guardia Civil se hizo cargo de la investigación y procedió a la detención de Segundo Marcelo, que no ofreció resistencia. La titular del Juzgado de Instrucción Número 6 de Inca visitó la finca del crimen y a las once de la mañana se marchó, acompañada del también magistrado Espinosa y de la forense. Los testigos prestaron declaración en el cuartel y luego fueron quedando en libertad, uno a uno. La familia de Vinicio, ayer por la tarde, todavía no conocía su triste final.