Desde la calle eran visibles los cuantiosos daños que sufrió el apartamento. Foto: ALEJANDRO SEPÚLVEDA

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Poco después de las seis y media de la mañana de ayer, con las primeras luces del alba, el edificio del número 7 de la calle Lluís Fàbreges, en Gomila, perdió la tranquilidad.

El televisor de un apartamento de la planta cuarta explotó y quedó envuelto en llamas. Su inquilina intentó sofocar las llamas, pero los cristales rotos le produjeron cortes profundos en las manos. Quedó herida y comenzó a sangrar, mientras el servicio de emergencias del 112 ponía en marcha el operativo de auxilio. El fuego se propagó con gran celeridad y destruyó la sala y la cocina.

La noticia del incendio fue comunicada puerta por puerta, de unos vecinos a otros, y los inquilinos comenzaron a desalojar la finca, en estado de gran inquietud. La Policía Local y el Cuerpo Nacional de Policía enviaron varias dotaciones hasta aquella calle, para atender a los vecinos y mantenerlos agrupados lejos del incendio. Los bomberos, por su parte, tuvieron más dificultades para llegar, ya que había coches mal estacionados. Cuando consiguieron llegar al apartamento en llamas ya podían hacer poco por el inmueble: casi todas las dependencias estaban arrasadas y el humo y las altísimas temperaturas también habían ocasionados daños materiales en la escalera comunitaria.

En esos primeros momentos hubo confusiones y situaciones tensas. En la quinta planta los bomberos forzaron una puerta, pensando que los inquilinos no habían conseguido salir. Afortunadamente, los moradores ya estaban en la casa de unos vecinos, a salvo. Las tareas de extinción se prolongaron por espacio de una hora y luego los vecinos desalojados pudieron regresar de forma escalonadas a sus viviendas, con un intenso olor a chamuscado en toda la finca. La mujer herida fue evacuada en ambulancia a Son Dureta, donde los médicos le atendieron de sus lesiones. Además de los cortes, presentaba algunos problemas respiratorios por el humo inhalado.