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EMILIO LÓPEZ VERDÚ
Tres de los médicos que entrevistaron y examinaron a Gregorio G., el acusado de estrangular a su mujer en es Vivero, aseguran que no sufre ningún trastorno. Los doctores comenzaron los reconocimientos un mes después de la muerte de María Josefa Rodríguez, que tuvo lugar en agosto de 2005. De sus entrevistas, apreciaron que Gregorio G. era muy celoso, poniendo varios ejemplos. Así, un día la mujer llegó a casa con 300 euros y él dedujo que se dedicaba a la prostitución. También escuchaba sus conversaciones telefónicas privadas y creía que tenía una relación vía Internet con un hombre de Valladolid.

Los médicos también explicaron que el acusado sufría de «ideas delirantes». Según una psiquiatra, estas ideas se vieron aumentadas la tarde del crimen, ya que el acusado bebió alcohol y tomó ansiolíticos, dos factores que, según explicó, «pudieron empeorar sus ataques de celos».

Los médicos dicen que tiene rasgos de psicopatía, asegurando que es posible que «en situaciones desfavorables, puede actuar de una manera impulsiva».

Otro doctor explicó que Gregorio G. sufre ansiedad, en especial a todo lo que concierne a su esposa y es muy egocéntrico, lo que le lleva a ser celoso.

Además de varios psiquiatras, por la mañana declararon también los médicos forenses que reconocieron el cadáver de la mujer asesinada, María Josefa Rodríguez. Los expertos explicaron que la mujer tenía heridas de defensa y varias lesiones externas. La más importante era el surco de estrangulamiento en el cuello, con unas marcas triangulares que coinciden con las hebillas del cinturón negro que supuestamente utilizó el asesino.