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GUILLEM PICO-PEP MATAS
Miguel Àngel González, de 40 años de edad y residente en en la palmesana barriada de es Vivero desde hace más de 15 años, se encuentra preso en la cárcel de Devoto, en Buenos Aires (Argentina). Está acusado de tráfico de sustancias estupefacientes, que en Argentina conlleva una pena que oscila entre los cuatro y medio y los dieciseis años. Miguel Angel fue detenido el pasado 29 de agosto. El día anterior debía subirse a un vuelo de la compañía Air Madrid que tenía que trasladarle hasta España. Después de facturar la maleta el vuelo se suspendió, así que regresó al hotel con la intención de embarcar al día siguiente. Pero se quedó dormido y la policía halló entre las maletas de su equipaje, que estaban en el almacén de Air Madrid, una cantidad cercana a los tres kilos de cocaína. Los agentes le arrestaron en el hotel y fue presentado ante el juez. A principios de agosto Miguel Angel salió del aeropuerto de Son Sant Joan hasta el de Barajas, donde enlazó con un vuelo que le llevó a Buenos Aires. Para el viaje de regreso tenía previsto un vuelo desde Buenos Aires a Madrid, después enlazar con otro hasta Barcelona y, finalmente, a Palma.

Su abogado defensor es Mario Alberto Villar, que ayer explicó a Ultima Horalos detalles del caso. Villar señaló que su estrategia se basa en dos puntos: «El primero es que, como hemos expuesto en el recurso que hemos presentado ante la Cámara de Apelación, no puede imputarse a Miguel ángel el delito de tráfico puesto que no había iniciado el viaje con las maletas donde estaba la droga. Quizás se le puedan imputar otros delitos, como tenencia, pero creo que no el que está acusado y que es el más grave de los posibles». En el segundo punto, el abogado asegura que Miguel Angel González «estaba en contacto con la policía de España, en concreto con la de Barcelona, a la que había avisado por correo electrónico del viaje que tenía que hacer, dando detalles de que llevaba un alijo de droga para que se le detuviera en la Ciudad». A la pregunta de si Miguel Àngel recibe la ayuda de las autoridades españolas, Mario Alberto Villar responde de manera afirmativa: «Hay un contacto periódico con el preso por parte de personal del consulado».