Rosa María, la madre del joven asesinado, apenas se tiene en pie y ayer estaba en un estado de profunda depresión. Foto: JAVIER JIMÉNEZ

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JAVIER JIMÉNEZ

La mujer, que trabaja como cocinera en el Bar Andaluz, en s'Arenal, llegó a Mallorca hace nueve años, tras separarse de su marido. Su hijo dejó Bragança Mogadouro dos años después, y se reunió con ella en la Isla. Aquí empezaron una nueva vida, con mejores expectativas que las que tenían en Portugal. «Mi hijo era un chico normal, le gustaba mucho el fútbol y había jugado en el Ferriolense. Sólo le tenía a él y ahora me he quedado sola», contó ayer Rosa María a Ultima Hora.

Madre e hijo se instalaron en un piso de la calle Segadors, en la barriada de Son Ferriol. Allí cursó estudios Jorge, hasta que acabó el instituto y comenzó a trabajar en el concesionario de coches Automóviles Frau. El viernes, como solía hacer los fines de semana, salió con dos amigos por Can Pastilla y encontró la muerte a las cuatro de la madrugada, apuñalado en un callejón.

«Tuvieron unas palabras con unos chicos en el pub Casa Iván, pero el tema no fue a más. Cuando salieron se encontraron con una veintena de jóvenes que les esperaban, y los dos amigos de Jorge consiguieron escapar, pero mi sobrino no», explicó Manuel Pinto, su tío. Según su relato, comenzaron a agredirle y uno de ellos gritó: «Pásame el cuchillo que lo mato». Segundos después recibió una puñalada en el corazón, que acabó con su vida.