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La Audiencia celebró ayer la primera jornada del juicio contra una de las mayores organizaciones de narcotráfico que han operado en Mallorca en los últimos años. La banda está integrada por 20 personas aunque el juicio se celebró sólo para 17 de ellos, puesto que dos están en rebeldía y otro más falleció en un tiroteo en la República Dominicana.

La importancia del juicio se demostró en las medidas de seguridad desplegadas. Ocho de los inculpados fueron trasladados a la Audiencia Provincial a primera hora de la mañana, en tres furgones policiales que recorrieron las calles más céntricas de Palma a toda velocidad y con las sirenas encendidas. Una vez en el edificio, los inculpados fueron entrando uno a uno en los calabozos escoltados por una docena de agentes.

El juicio comenzó con hora y media de retraso, ya que se intentó llegar a un acuerdo que finalmente no fue posible. Después, un largo séquito compuesto por abogados, acusados y policías se dirigió a la sala del tribunal del jurado, la más grande de la Audiencia Provincial.

El fiscal Adrián Salazar acusaba a los 17 de formar una red muy bien coordinada de distribución de cocaína en Mallorca. La droga procedía de República Dominicana y Colombia, y una vez en la Isla cada uno de los procesados asumía una función bien diferenciada. De hecho, entre ellos hay una variedad de profesionales inusual en las redes de narcotráfico: empresarios de discotecas, un guardia civil, un albañil y hasta un pescadero del mercado de s'Olivar llamado Gabriel B. y supuesto cabecilla de la banda. Sin embargo, tanto él como la mayoría de los 17 acusados se negaron a contestar a las preguntas del fiscal y se limitaron a asegurar que son grandes consumidores de cocaína y que están en proceso de rehabilitación. Gabriel B., que se enfrenta a 18 años de cárcel como presunto coordinador, financiador y distribuidor de la droga en Mallorca, se atrevió incluso a lanzar un consejo: «que la gente que empieza a consumir se lo piense y que pida ayuda a Proyecto Hombre».