En la casa se encontraba una pareja y el hijo de ella, así como un hijo. El fuego se extendió rápidamente y la familia pudo salir a la calle, mientras su casa se destruía. María José Cardona, de 40 años, y su hija Olga, de 12, no tuvieron tanta suerte. Quedaron atrapadas en la tercera planta, en su ático. «Toda la escalera estaba llena de humo y no podíamos salir. De repente no podíamos respirar, así que salimos a la terraza, pero el humo era tan intenso que también llegaba hasta ahí», contó ayer la mujer. Sus vecinos del edificio colindante descubrieron que habían quedado atrapadas y les arrojaron inhaladores («Ventolín» para asmáticos) porque las dos féminas tosían y tenían dificultades para respirar. «Lo pasamos francamente mal y estuvimos casi una hora en la casa, mientras el piso de abajo se consumía. Los bomberos nos dijeron que era imposible utilizar la escalera y sólo nos quedaba esperar, entre el humo y un susto de muerte», añadió. Ayer por la mañana los daños del fuego eran claramente visibles. El primer piso quedó devastado y el resto del edificio cubierto por una gruesa capa de hollín, que se colaba en todos los rincones. «Nos han dicho que los daños en el piso de abajo superan los doce millones de pesetas y la familia que vivía allí no tenía seguro, así que se han quedado sin casa», añadió María José. Otros vecinos habían salido el fin de semana y por la mañana todavía no sabían la odisea que se había vivido en el número 8 de Gómez Ulla: «Cuando vuelvan y vean cómo está el edificio les va a dar algo. Está todo negro: paredes, techos, cristales...».
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