El pasado sábado por la noche Juan Francisco y un amigo acudieron a la Fira del Ram, emplazada en el polígono de Son Fuster, y se detuvieron en una atracción en la que los clientes pueden sacar de entre un montón de números dos de ellos, que si coinciden con otros marcados en un listado son premiados. El joven pagó cinco euros y jugó. Los números escritos a manos en sus dos boletos no coincidían con los números agraciados y el feriante los devolvió al montón. Acto seguido, le ofreció a Juan Francisco la posibilidad de que cogiera otro canutillo, advirtiéndole que se lo entregara sin abrirlo. Le pidió, entonces, 30 euros y le dijo que si el número resultaba premiado podría elegir cualquiera de los premios expuestos y recibiría, además, cien euros.
El denunciante se negó porque 30 euros le parecían excesivo y el feriante desenrolló el papel, tapando con los dedos el último dígito, y le dijo que había tenido mala suerte, porque habría ganado. El número era el 170, que efectivamente aparecía en la tabla de premiados. Cuando el amigo de Juan Francisco le pidió ver el boleto completo el feriante lo rechazó y lo lanzó al montón, pero el vecino de sa Pobla lo cogió al vuelo y comprobó que estaba escrito a mano 178, no 170.
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