Cuando el país seguía pendiente de los trabajos de rescate en la mina Uliánovskaya, que ya ha ocasionado 106 muertos, otra horrible tragedia estalló al sur de la parte europea de Rusia: un incendio en una residencia de ancianos se cobró 63 vidas.
El servicio de prensa del Ministerio de Emergencias de Rusia dijo ayer que «la muerte masiva en la residencia de ancianos se debe al aviso tardío del siniestro, a los errores del personal (al declararse el incendio) y a la ausencia de bomberos en las proximidades», pues los agentes debieron viajar 50 kilómetros desde el puesto más próximo y tardaron una hora en llegar al lugar del siniestro.
Como resultado, muchas de las víctimas perecieron asfixiadas por el humo, reveló una fuente de la policía local.
El presidente ruso, Vladímir Putin, ordenó al primer ministro, Mijaíl Fradkov, «investigar a fondo los dos accidentes».
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