Cuando se cumple un año de la desaparición de una mujer brasileña en Inca la investigación ha concluido que Ozana María Do Santos no se marchó voluntariamente. La Guardia Civil ha impulsado las pesquisas y mantiene varias líneas de investigación abiertas. La hipótesis de que la prostituta sudamericana fue asesinada en algún lugar de Mallorca es la que cobra más fuerza.
Su hija, Susana María Moura, de 28 años, lleva desde septiembre del año pasado en la Isla, buscando a su madre. Una jueza de Inca supervisa los avances de la Policía Judicial y los agentes trabajan con la certeza de que alguien hizo desaparecer a Ozana María. La mujer, que tenía 48 años, llegó en 2005 a Mallorca y trabajó en locales de alterne de Inca y Llubí. Se casó con un mallorquín, en un supuesto matrimonio de conveniencia, y cuando desapareció compartía un piso con varias amigas, también brasileñas. El domingo 19 de marzo de 2006, a eso de las once y media de la mañana, salió de casa para acudir al cumpleaños de una sobrina. Es ahí cuando se le pierde la pista a Ozana María.
En todo este tiempo no ha habido movimientos en sus cuentas bancarias ni nadie ha utilizado su pasaporte para salir de Mallorca, con lo que parece evidente que la mujer fue secuestrada o asesinada. Algunos de sus clientes han estado en el punto de mira de la Guardia Civil y también algunas amistades masculinas, pero de momento no se han practicado detenciones. La brasileña nunca había denunciado amenazas en Mallorca y en su país había trabajado como cuidadora en un centro de discapacitados. Enviaba mensualmente dinero a su familia, en cantidades que oscilaban entre los 200 y los 500 euros, y hablaba periódicamente con ellos, vía telefónica. Cuando desapareció vestía un abrigo blanco y unas zapatillas de color marrón. No llegaba a 1,60 centímetros de altura y era de tez morena.
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