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JAVIER JIMÉNEZ
La Guardia Civil está estrechando el cerco sobre el violador que desde diciembre ha atacado a tres mujeres en Santa Ponça y que podría haber huido ya de la Isla.

Se trata de un hombre fornido, de aproximadamente un metro y ochenta centímetros de estatura, de vello corporal abundante y que utiliza unas características botas sucias, lo que podría indicar que trabaja en la construcción. Se da la circunstancia de que en uno de los ataques sexuales eligió a una mujer que hacía «footing» por las inmediaciones del molino de la entrada de Santa Ponça. Se abalanzó sobre ella, la tocó en sus partes y luego huyó sin consumar la violación. Al día siguiente volvió a atacarla, y la víctima, de nuevo, pudo huir sin ser violada. Esa obsesión con la fémina podría significar que el agresor es alguien de su entorno, bien porque vive cerca o bien porque trabaja en las inmediaciones. Las pautas que siguió en los otros casos fueron muy similares: sigue a mujeres españolas de noche y las aborda en alguna calle desierta o cuando están a punto de entrar en el portal, después de hacer «footing». Hay constancia de cuatro ataques, pero no se descarta que otras víctimas no hayan interpuesto denuncia.

La Guardia Civil está realizando ímprobas gestiones para dar con el violador y una de las posibilidades que se barajan es que haya abandonado la isla. La descripción física que han facilitado las víctimas es muy similar, lo que acota bastante el arco de sospechosos.