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EMILIO LÓPEZ VERDÚ Desde el pasado miércoles, a los mallorquines nos costará un tiempo volver a mirar el cielo sin un punto de recelo. Apenas media hora antes de la tormenta, la ciudad vivía con absoluta normalidad lo que parecía ser una tarde cálida y nublada. Sin embargo, al fondo de la bahía comenzaba a aproximarse un muro negro. A medida que el muro se acercaba a la costa, la oscuridad se hacía más palpable y algunas ráfagas de viento daban los primeros avisos. De repente, el muro llegó. Un torrente de agua acompañado de vientos inusitados tronchando árboles y arrastrando personas ante la mirada incrédula de los palmesanos.

A esa hora, miles de padres que acababan de recoger a sus hijos quedaban atrapados en una ratonera. Todos los accesos a Palma se colapsaron de inmediato, mientras una torre eléctrica doblada sobre sí misma lanzaba chispas en la carretera de Valldemossa, donde más de 50 coches sufrieron un accidente en cadena. La situación era caótica y lo fue más aún cuando fallaron las líneas de telefonía móvil. Los equipos de emergencia no podían coordinarse con eficiencia, y miles de personas llamaban una y otra vez sin éxito a sus familiares para saber cuál era su estado. La situación más angustiosa era para aquellos que se quedaron atrapados e incomunicados en ascensores.

En plena tormenta era imposible saber el alcance de los daños. Se hablaba de gasolineras incendiadas, personas atrapadas en sus coches por ramas de árboles y heridos graves en Son Espases y en media Palma, donde las ambulancias no podían llegar por una hilera de miles de coches parados con las luces encendidas. La policía tenía también informaciones de explosiones, escapes de gas y naves industriales arrasadas como si fueran cajas de cartón.

Quince minutos más tarde, se acabó todo. La tromba dejó en zona catastrófica un corredor que comienza en el polígono de Can Valero y prosigue por la urbanización de La Real hasta la carretera de Valldemossa.

En total, 16 torres de alta tensión cayeron al suelo y dejaron sin luz a 8.500 usuarios. Los árboles han destrozado decenas de coches en Palma, donde ayer los bomberos intervinieron en más de 60 servicios de retirada de ramas.