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JAIME MOREDA Martes, 16 de octubre. Toni, un vecino de Esporles de 18 años, llega a su casa a bordo de un Citröen Xsara que ha comprado hace algo más de un mes. Se encuentra con la desagradable sorpresa de que el sitio para minusválidos, que se encuentra muy cerca del portal, está ocupado por otro vehículo no autorizado para aparcar en ese lugar. Toni, que perdió parte de su pierna izquierda hace cuatro años tras un accidente de moto, se contraría, pero por suerte su familia tiene una plaza de parking vacía en un aparcamiento subterráneo al otro lado del torrente. Sube ayudado de sus muletas la empinada cuesta, atraviesa el torrente, que arrastra no mucha agua, y se duerme al poco de llegar a su casa. Al día siguiente se despierta algo tarde. Sobre las doce del mediodía se dispone a salir de su casa aunque ha visto por la ventana que llueve copiosamente. Cuando está a punto de llegar al garaje, un vecino le dice que es imposible sacar el coche. La veintena de vehículos aparcados están “nadando" e incluso alguno choca su techo contra el del aparcamiento. Por la tarde, la gente que lleva trabajando varias horas en el lugar consigue sacar su coche y lo dejan en la parte descubierta del parking. El jueves, las huellas de barro dominan la carrocería y el agua aún está presente en el interior del Xsara y, lo más preocupante, en el interior del capó. “Si la plaza de minusválidos hubiera estado libre, ahora no estaría lamentándome", comenta Toni junto a su coche y subido a su vehículo sustitutorio: una bicicleta.

Esporles es una de las localidades más afectadas por las lluvias del pasado miércoles. A través de sms se pide la colaboración ciudadana, y al poco rato se juntan más de 100 voluntarios dispuestos a arrimar el hombro. A las 14'30 Bernardino Morey deja su trabajo en el taller de mecánica y, acompañado de su hijo, se pone manos a la obra. Bernardino es de aquellas personas altruistas por naturaleza. Pertenece a Protección Civil y no duda en dejar su trabajo cuando le piden ayuda. “Algún político ha dicho que no sabe si existe Protección Civil. Yo le digo que en Esporles sí existe y funciona", explica un tanto alterado. Este mecánico es una de las personas que realiza los trabajos de intentar sacar los coches del interior del parking donde está el coche de Toni. “Ahí estuvimos hasta las nueve y media de la noche. sin parar. Fue muy emocionante ver cuánta gente joven del pueblo se puso a ayudar". Ayer sábado, Bernardino realizó un curso con sierras mecánicas que forma parte de la lucha contra las incendios quitando horas a su fin de semana y de forma altruista.

A apenas 10 kilómetros de Esporles, en Puigpunyent, la situación es parecida. Llueve a mares, pero el peligro, al igual que en la localidad vecina, no es solamente el agua que cae del cielo, sino también la que se desliza por las laderas. La suma de ambas hace que la carretera se inunde. Los policías locales prohíben el paso a cualquier vehículo, pero cuando se cortan las carreteras hace ya un rato que un Ford Focus azul de alquiler ha caído al torrente con la sabida pérdida de una turista danesa. A pesar de la cantidad de agua, que entre la caída en el pueblo y la que llega a través de las montañas puede ser superior a los 200 litros por metro cuadrado, la situación no llega al caos. “Dos casas sufrieron inundaciones más o menos graves y algunas cocheras quedaron anegadas", explica un portavoz de la Policía Local de Puigpunyent.