Dolor, mucho dolor. Tanto, que no había espacio para nada más que no fuera el recuerdo emocionado de Eusebio Ebulabate, 'Bertín'. La comunidad guineana y muchos españoles enterraron ayer en el cementerio de Palma al adolescente asesinado, en una impresionante manifestación de luto y duelo.
A las doce menos cuarto del mediodía una de las salas del tanatorio de Son Valentí presentaba un aspecto inusual: decenas de personas, la mayoría de color, lloraban discretamente por el joven fallecido. Eusebio, el padre, estaba ausente, destrozado. Su sostén, no sólo físico, era su actual esposa, Conchi, madrastra del adolescente. Alejada de ellos la madre biológica, Enriqueta.
El pésame duró un cuarto de hora y luego la comitiva salió a la entrada de las instalaciones, a esperar al coche funerario. El vehículo, cubierto de coronas, cubrió el trayecto entre el tanatorio nuevo y el cementerio viejo, seguido de una masa enlutada y triste. «Justicia, justicia», repetía una señora guineana, al borde del desmayo, casi histérica. Sin embargo, la serenidad era casi total. La comunidad guineana dio toda una lección de saber estar, de
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