El padre de Eusebio, con su hijo pequeño, en la habitación del menor guineano asesinado el 9 de diciembre. Foto: VASIL VASILEV

TW
0

Cuando entra en la habitación de su hijo lo hace resignado, derrotado. Ha estado de baja en el trabajo algunas semanas, pero la vida sigue y ya se ha reincorporado a su puesto en el aeropuerto de Son Sant Joan. Tres meses y medio después del crimen de su hijo, Eusebio Ebulabate sigue firme en una certeza: «No fue un accidente, iban a por él. Si no lo hubiesen matado ese domingo, habría sido otro día». El dolor, empero, no lo confunde: «Nosotros, la familia, no queremos venganza. Otra cosa es que los amigos de mi hijo tengan mucha rabia. No sé lo que pasará».

-¿Se ven las cosas distintas con el paso de los meses?

-No, porque la realidad es que Eusebio no está y no volverá. Es así y ya está. Desde el primer día supe que fue algo premeditado, que querían matarlo. ¿Cómo se explica sino que esos chicos llevaran un cuchillo encima?

-Usted y su familia han demostrado una serenidad tremenda.

-Por fuera sí. Yo he estado de baja en el trabajo hasta febrero, no me veía con fuerzas para trabajar. Tengo dos hijos y hay que criarlos. Pero por dentro tenemos muchísimo dolor.

-¿Sabía que su hijo se estaba metiendo en problemas?

-Eusebio hablaba poco, era muy callado. Como los jóvenes de su edad, imagino. Hacía su vida y no me contaba muchas cosas.

-¿Cuándo fue consciente de que estaba amenazado?

-Me enteré dos semanas antes de su muerte de que lo estaban amenazando. El día 10 de diciembre teníamos que ir a la comisaría para formalizar una denuncia. Nunca llegamos porque el día 9 lo mataron.

-¿Confía en la Justicia?

-Plenamente, y estoy seguro que se hará Justicia. Creo que a los acusados de matar a mi hijo les impondrán la máxima pena posible en estos casos. Lo peor de todo es que a estas alturas todavía no sé por qué mataron a Eusebio. Fue una muerte sin sentido.

-¿Pertenecía a bandas callejeras?

-Yo no lo sé, ésa es la verdad. Ya he dicho que mi hijo era muy reservado, hacía su vida y contaba pocas cosas. Que fuera con ciertas personas tampoco quiere decir que fuera un pandillero.

-¿Buscaba trabajo?

-Sí, pero no había encontrado nada. Quería ganar su dinero, como todos los jóvenes. Le era igual trabajar en una cosa que en otra.

-¿Ha vuelto ya a Guinea la madre de Eusebio?

-Así es. Volvió en enero. Vino para el funeral, estuvo unas semanas y después regresó a su país. La vida sigue para todos, aunque con mucha pena.

-¿Se sintieron respaldados por las instituciones tras el crimen?

-La verdad es que desde el Govern se portaron bien conmigo y con mi familia. Nos ofrecieron un psicólogo y pagar los gastos del entierro, pero no hizo falta porque lo cubrió el seguro que teníamos.

-¿Cree que hay peligro de que alguien quiera vengar la muerte de Eusebio?

-No lo sé, pero podría ser. Los amigos están con mucha rabia, muy enfadados. Nosotros no buscamos venganza, pero lo tenemos muy claro: sabemos que su muerte no fue un accidente. En la autopsia que le hicieron quedó claro que querían matarlo.

Eusebio Ebulabate hace gala de una educación exquisita. Nunca pierde los nervios, incluso en los peores momentos, tras saber que su hijo de 17 años yacía muerto en el suelo, en la confluencia de las calles Blanquerna con Antoni Marquès. «Me llamaron para decirme que había ocurrido algo muy malo y cuando llegué allí mi hijo ya estaba tapado por una manta», recuerda. Eusebio, tres meses y medio después, no ha vuelto a sonreír. Durante la entrevista sólo esboza un rictus cuando se le pregunta si su hijo tenía novia: «Varias, creo», bromea. Sus ojos se iluminan muy brevemente. Y luego la tristeza regresa. Los dos hermanos acusados del crimen de Eusebio siguen en el centro de menores de Es Pinaret, a la espera de que se celebre el juicio.